El desmedro adelanta la sacralidad
te hace desplazar entre señaléticas humeantes de lo íntimo
una vida que ha mordisqueado sus dedos en el insectario
gimnásticas almohadillas antes de siempre
el buceo de todos los rostros
canción de jóvenes damascos y un pero enquistado de alas solubles
la cintura avanza y el dolor del recuerdo apegándose a lo que sube
juntas una luz de hojas que flotan entre su reptar ciego y el amague de grandeza
te desarmas al propio cansancio para entregarte al desahogo
ahí las pirámides y salares
cada vez más cerca de un vacío donde respiramos sin buscar
unidos en la siembra que lanzan las orquídeas
y son también las mías
estadios de una ronda común
la naturaleza ha filtrado el abrazo de la madre
y el sol sin decir entró antes de la primera cumbre
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