El estado de las cosas tarde o temprano. Un chaval
desquiciado se contornea en aquellos laberintos que recorrieron sus abuelos.
Ellos buscaron y él quita su yuxtaposición para salir a un terminal infinito.
Andan despavoridos, descalzos husmeando su retablo se confunden para una sola
voz, insisto; quien arme su batahola tendrá respuesta, como un dios de rampas y
fanales de mercurio, he aquí el profeta que saldará sus huestes, el inventario
que se hace de una máquina no es su magnitud, y la música doctrinal ha callado
en el inconciente. Levántense como perros guías, soldados únicos de los
vientres que van desacondicionando la marcha, los puestos veneran el tumulto
porque no hay ni queda nada más. Adelantados de un coro pretencioso van
colisionando el tendido suicida de los más limpios. Un aldeano ha sido muerto
por los alacranes de la discordia, el onírico título se ha hecho sordo para las
ordenanzas. Estas son tus calles y tus iglesias, la fuga del werkén ha traído
miles de talismanes que ahora son nuestros. Recorren las amígdalas en una
asonada vital trastocando caballos veloces. El estado de las cosas tarde o
temprano despelleja. Un caldo mezcla la relación virtuosa de la forma universal
y el invierno asombrado se levanta a seguir su ciclo. Los druidas solo
abandonan el sol que debe nacer pronto, en ese corsario negro van izando de a
poco las velas y emprenden su estiramiento. Casi todos hemos seguido la senda
de apresurarnos sin correr, cuando la luz es leve y sin embargo llega. En la
orilla se tambalea como si no fuésemos nosotros. Una remienda en la caza nos
habla su nombre como un espejo, son naves marinas que aguardan viendo la
tersura que acaban de soplar.
miércoles, 8 de agosto de 2012
jueves, 2 de agosto de 2012
El agua cae de las explosiones y un pecho arde suavemente
arropándose en la docilidad que podría olvidarse. No sé qué mano usar para
extender el paso y perderme al miedo del ánima infantil, porque la quietud está
hecha de balas tiradas en la arena. Filamentos espectrales me abren el corazón
manipulando las expresiones ¿Quedará algo? En las idas el océano pega fuerte y
aquí estoy en el tiempo de un hilo que será envainado por espacio de segundos.
No sabemos de nuestras fuerzas en el ornamento, sino cuando hablas desnudo ¿Hay
más? Todavía en lo llagado del anochecer estoy a una considerable distancia,
involucrándome sin haberlo pedido, los designios remotos pueden hablar como una
bella pastora. El mar está presto a derrumbarse cuando quieras, apareciendo en la
quilla de tierra, los aullidos me temen, ellos son mi persona, me arrojan
llevándome al altar de troncos, soy el fuego, el aire que baja su tensión sobre
una carabela partida ¿Dónde han quedado? En el nido los mezo deambulando el
esmalte bajo los brazos, la puerta que no se agranda para el deseo de tu
rebelión. Tal vez andaré ahí como zaguán de muerte –arrójate en el futuro por
el declive autopunzante y la urgencia, canta más claro, enciéndete de águilas
inasibles que han parido- envuelve tu conciencia
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