edificios gigantes para sus polillas
rodean la catedral
la cruzan
y lejos contraviene
ingobernados
a quien llama el sopor
olvidando
eso que le pasa a tu cara
que es lo que le pasa
a mi cara
lunes, 20 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
Estación
Como desvelo extravío
en los objetos una noche
más allá
de la secuencia o
del atardecer
la ribera de lo perdurable
y lo fantasmagórico
una metaestrella
inveterada
por minutos
abandona la pérdida
en los objetos una noche
más allá
de la secuencia o
del atardecer
la ribera de lo perdurable
y lo fantasmagórico
una metaestrella
inveterada
por minutos
abandona la pérdida
jueves, 25 de noviembre de 2010
Deposición
De arrimarse en los cuartos plebeyos que respiran por el cromo vuelto callejón en la serena basura lavando el paisaje de voz tirado como la pilsen vacía una tarde de abril donde mean quiltros el cementerio por la ciudad que desoye bajo el aire sonámbulo
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Ministerio
la sustancia heredó migas de hechicería
obscenidad de imprimirnos naturalmente
la coloquial desgracia del triunfo
nuestra labor histórica ha sido un rebote
que nada debe atribuir a los huesos
convocados por la vía láctea
podemos esterilizar la resistencia
terminar con los párpados cerrados
no hay afán que apele a su noche
ágiles neones huyen por derrame
molinos en pulsación
águilas templan un brinco
la querencia de ver profundo la sustancia
jamás hubo un afuera
occisos en la casa de huéspedes
somos el afuera
obscenidad de imprimirnos naturalmente
la coloquial desgracia del triunfo
nuestra labor histórica ha sido un rebote
que nada debe atribuir a los huesos
convocados por la vía láctea
podemos esterilizar la resistencia
terminar con los párpados cerrados
no hay afán que apele a su noche
ágiles neones huyen por derrame
molinos en pulsación
águilas templan un brinco
la querencia de ver profundo la sustancia
jamás hubo un afuera
occisos en la casa de huéspedes
somos el afuera
martes, 9 de noviembre de 2010
Archivo
m o l d e b o y a n t e s u r g e e n o p a c i d a d l a t u i c i o n p o r o s a y v i o l e n t a e l r o z a r d e l o s h e l e c h o s e s a m e m o r i a d e b u h o s y e l f a r o c r e e n o d e j a r e s t r e l l a s o c o m i e n z a n a c e r r a r s e p a r a s i e m p r e d i c e n l a s r e v o l u c i o n e s d e c u e r p o s f e c u n d o s u n r i e s g o d e a s o m o o l v i d a c r i s p a d o e l p r e s e n t e y v e m o s c o s a s q u e n o v e m o s p o r q u e s a l i r p o r q u e o l e r h i e r v a c r o n i c o y t i b i o e g o c o s m o l o g i c o e n a r m o n i a d e l e c l i p s e d e j a l a f r e c u e n c i a i n h e r e n t e y p e r p e t u a
lunes, 1 de noviembre de 2010
Psychobilis
Dijo que buceara cada nota, nubes y planificaciones. Fragmentos vivos repartidos como hilachas de una masa rayada. Intenté sostener un vértigo, el conjuro -No te oirás-
Cerraba los ojos pensando en mi deshecho, los brotes adhiriéndose a la calle. Había dormido poco y preguntó por la salida. –Pienso que es un aviso de mierda astral-
Tocó su mandíbula recobrándose de un pestañeo nervioso.
¿Por qué necesitará mis pasos?
Olía esencia de animales. Ya no me arrimaba en sus pupilas, floté en un módulo, la noche que mi mano estiró frente a sus ojos. El hambre comenzaba a desintegrarse y los hilos fueron un pálpito.
Querer es parte del arrastre / Ocupación fuera. Hipertérmica nieve, ligeros en la superficie irregular de un cielo blanco, arrojados a un término y un inicio.
¿Son vaposoros bríos? ¿Hacia dónde? ¿Indóciles?
He sentido rechazo a la expresión del tiempo pero estoy equivocado. Los naipes prenden un sueño, el piso que falta.
Nos rodearon frágiles carcajadas sin esperar encontrarme. Los arrojos se levantan en tierra cuando esta los devora. Lo supo cuando busqué la soledad, diluyéndose los brazos en el incendio de nosotros. Antorchas al concierto que empezaba.
El saludo, lanzar una línea hasta darse cuenta del canto de larva. Su pasarela desfragmentada. Las cosas giran en el muro. Transcurrir es un campo subterráneo y brillante donde los barcos para irse no existen, pero se acaban.
Creo en la avenida drogado por algo lento. Persistencia rebota a mi lado como bola de nieve a ninguna parte. Soy un estúpido llevando el bronce conmigo. Lo haces y no lo haces. Se arengan las sorpresas. Un motivo para que dure. Proyectas tu encabritado inhale. A mi viaje. Sospechas de un andar.
En la peor lucha el contrincante es plano de movimientos que no son un vacío. Para encontrar el fuego negro. Decir indistinto lo ganado es poco. Mis bríos sin esperar.
El camión que nos lleva huele a mierda en los pasillos. Nos bajamos suavemente al campo otra vez muerto de una ciudad. La pobreza llenó el encierro, una pija de cuarzo. Fui hasta la equis albergado, limpio, en desadulación.
Nos dimos cuenta del insecto que soplaba oídos y vista. El extrañamiento disolvió un llamado metálico.
¿Es que no estoy loco?
Las cosas pasan antes de nombrarlas o hablar de ellas pero estamos veloces, en chatarra te distingo. Fantasmas avisan este bucear de acantilado que nos aleja en la misma sangre.
Estoy a tres metros, veo la medianoche. No sé cuando vendrá. Danza la naturaleza, los arcos, el imperio, una radio, el final. Nunca se cubre un mismo aire ¿sabías? Es de todos. Me odio profundamente porque es una plaza de amor en emergencia. Volar escafandras y cortar en dos planos humo y piel. El camino por la fusión. La superchería del mundo. No hay nada más en la proximidad. Como si fuese la llave de una puerta, el número ganador. No lo es, el tuyo ni el mío. Lo transversal inclemente de las viejas casas, su ladrido al espejo. Me conozco distante. Insolado en complejidad. Menos agradable que despertar. La melodía de muerte y nacimiento.
Subimos altas cumbres, en el arrastre. La coneja del camino es azul. Huella que saliva esperando el día. Se destruye mi cuerpo en cepa de bosque. La nota elemental, unívoca, es una partición infinita que acaba de ocurrir. El dolor trae la sincera estrella. Atómicos saludos. No sé por qué no cae aun.
Tabernas encausan el sueño del andar, me conozco de hace mucho. Hay florecida maleza.
Los doctores sugieren que alucino una extraña alegría, otra incierta transgresión. Lecciones mecen el paño blanco afirmando un momento partido al comenzar.
Trinos de mi psiquis, la tarde universal anida en bilis de oídos. Viajan humores de inmanencia, luna sobre módulos de un banco. Sombra en las calles. Tormenta en cobertizo indio. Un cementerio flanquea el río. Levantan palas con material equivocado.
Nombro un lecho al subir la montaña. Que no estén sol de invierno que malojean la vergüenza.
Encontrarnos de penumbra cosa ninguna, hormigas frías, pesos con parva esperanza. Simplemente como siempre, veloces.
El envuelto es propia vacilación que te espera, aniquilando la neutralidad como un arpa.
Sol de invierno urantia de cristal.
Me ha dado sueño porque estoy despierto. Un hermano me quería como padre y caí afiebrado en el colegio. Tengo las tercianas, se van cuando las oigo. Nos lo merecimos obedeciendo. Necesidad de tristeza abandonada en un chaleco.
¿Oyes?
Un timbre desconocido hace sobras más allá de tu voz, aparezco. Gente y el espacio.
Había menos droga para decir que
¿Menos o más?
Arrancaron y volví a las rejas, tranquilo. Vi la cadena que me paranoidea el cogote.
Lo arreglo. Cielo tirado en el patíbulo; remolienda.
El lugar oscuro de inocencia abunda retrasado (quedo). Por conspiraciones rugen.
La puerta. Su chirriar se abre / se cierra de la madre a la entera bóveda en la que me hice maldito. Un perchero, cortando en dos planos el humo y la piel. Vastedad roja.
¿Dónde está el disipar?
Escarlata, pollos caneros, la coneja de tesón y lágrimas. Un artesano.
Revuelas mundo preparado a lo peor (como a lo mejor en los espacios de la detención muda)
¡Dónde estamos nosotros!
Eres demasiado terco –yo sonreía- dejemos de condenarnos, separarse, inscripciones lumínicas, oscuridad.
Inocencia es un jardín desconocido, gitano de lo blanco.
Los puentes, nuevas placas estelares. Sin embargo el polvo.
Este Santiago no lo es. Cruzando la montaña hay otra ciudad igual. Al centro una colina alzada. Autopistas la circundan. Bares y tabernas. Visualidad. Silencio del lago que rodea. Voy a despertar.
La densidad pondera lianas del signo verde en cifradas regiones. Presidiendo toda grafica la lluvia. Los minutos evitan el desencanto. No has mentido al dolor, la eternidad es una franqueza distinta. Me arrojo en el paréntesis fatal para llegar, descreído en angustia sin motivo. Como si fuese una verdad esa lástima, pero lastimada. El uno de la rota gemilitud.
Aprisionado en mis ojos, por el misterio de las sobras nada cuanto delfín emergió su larva de los soles. Resto de humanidad desplayada de sí misma.
El agua es una espiral, dichosa en resplandor de lanza trágica y festiva. No voy a dejar de amar. Un hombre lobo mira su reloj.
Cerraba los ojos pensando en mi deshecho, los brotes adhiriéndose a la calle. Había dormido poco y preguntó por la salida. –Pienso que es un aviso de mierda astral-
Tocó su mandíbula recobrándose de un pestañeo nervioso.
¿Por qué necesitará mis pasos?
Olía esencia de animales. Ya no me arrimaba en sus pupilas, floté en un módulo, la noche que mi mano estiró frente a sus ojos. El hambre comenzaba a desintegrarse y los hilos fueron un pálpito.
Querer es parte del arrastre / Ocupación fuera. Hipertérmica nieve, ligeros en la superficie irregular de un cielo blanco, arrojados a un término y un inicio.
¿Son vaposoros bríos? ¿Hacia dónde? ¿Indóciles?
He sentido rechazo a la expresión del tiempo pero estoy equivocado. Los naipes prenden un sueño, el piso que falta.
Nos rodearon frágiles carcajadas sin esperar encontrarme. Los arrojos se levantan en tierra cuando esta los devora. Lo supo cuando busqué la soledad, diluyéndose los brazos en el incendio de nosotros. Antorchas al concierto que empezaba.
El saludo, lanzar una línea hasta darse cuenta del canto de larva. Su pasarela desfragmentada. Las cosas giran en el muro. Transcurrir es un campo subterráneo y brillante donde los barcos para irse no existen, pero se acaban.
Creo en la avenida drogado por algo lento. Persistencia rebota a mi lado como bola de nieve a ninguna parte. Soy un estúpido llevando el bronce conmigo. Lo haces y no lo haces. Se arengan las sorpresas. Un motivo para que dure. Proyectas tu encabritado inhale. A mi viaje. Sospechas de un andar.
En la peor lucha el contrincante es plano de movimientos que no son un vacío. Para encontrar el fuego negro. Decir indistinto lo ganado es poco. Mis bríos sin esperar.
El camión que nos lleva huele a mierda en los pasillos. Nos bajamos suavemente al campo otra vez muerto de una ciudad. La pobreza llenó el encierro, una pija de cuarzo. Fui hasta la equis albergado, limpio, en desadulación.
Nos dimos cuenta del insecto que soplaba oídos y vista. El extrañamiento disolvió un llamado metálico.
¿Es que no estoy loco?
Las cosas pasan antes de nombrarlas o hablar de ellas pero estamos veloces, en chatarra te distingo. Fantasmas avisan este bucear de acantilado que nos aleja en la misma sangre.
Estoy a tres metros, veo la medianoche. No sé cuando vendrá. Danza la naturaleza, los arcos, el imperio, una radio, el final. Nunca se cubre un mismo aire ¿sabías? Es de todos. Me odio profundamente porque es una plaza de amor en emergencia. Volar escafandras y cortar en dos planos humo y piel. El camino por la fusión. La superchería del mundo. No hay nada más en la proximidad. Como si fuese la llave de una puerta, el número ganador. No lo es, el tuyo ni el mío. Lo transversal inclemente de las viejas casas, su ladrido al espejo. Me conozco distante. Insolado en complejidad. Menos agradable que despertar. La melodía de muerte y nacimiento.
Subimos altas cumbres, en el arrastre. La coneja del camino es azul. Huella que saliva esperando el día. Se destruye mi cuerpo en cepa de bosque. La nota elemental, unívoca, es una partición infinita que acaba de ocurrir. El dolor trae la sincera estrella. Atómicos saludos. No sé por qué no cae aun.
Tabernas encausan el sueño del andar, me conozco de hace mucho. Hay florecida maleza.
Los doctores sugieren que alucino una extraña alegría, otra incierta transgresión. Lecciones mecen el paño blanco afirmando un momento partido al comenzar.
Trinos de mi psiquis, la tarde universal anida en bilis de oídos. Viajan humores de inmanencia, luna sobre módulos de un banco. Sombra en las calles. Tormenta en cobertizo indio. Un cementerio flanquea el río. Levantan palas con material equivocado.
Nombro un lecho al subir la montaña. Que no estén sol de invierno que malojean la vergüenza.
Encontrarnos de penumbra cosa ninguna, hormigas frías, pesos con parva esperanza. Simplemente como siempre, veloces.
El envuelto es propia vacilación que te espera, aniquilando la neutralidad como un arpa.
Sol de invierno urantia de cristal.
Me ha dado sueño porque estoy despierto. Un hermano me quería como padre y caí afiebrado en el colegio. Tengo las tercianas, se van cuando las oigo. Nos lo merecimos obedeciendo. Necesidad de tristeza abandonada en un chaleco.
¿Oyes?
Un timbre desconocido hace sobras más allá de tu voz, aparezco. Gente y el espacio.
Había menos droga para decir que
¿Menos o más?
Arrancaron y volví a las rejas, tranquilo. Vi la cadena que me paranoidea el cogote.
Lo arreglo. Cielo tirado en el patíbulo; remolienda.
El lugar oscuro de inocencia abunda retrasado (quedo). Por conspiraciones rugen.
La puerta. Su chirriar se abre / se cierra de la madre a la entera bóveda en la que me hice maldito. Un perchero, cortando en dos planos el humo y la piel. Vastedad roja.
¿Dónde está el disipar?
Escarlata, pollos caneros, la coneja de tesón y lágrimas. Un artesano.
Revuelas mundo preparado a lo peor (como a lo mejor en los espacios de la detención muda)
¡Dónde estamos nosotros!
Eres demasiado terco –yo sonreía- dejemos de condenarnos, separarse, inscripciones lumínicas, oscuridad.
Inocencia es un jardín desconocido, gitano de lo blanco.
Los puentes, nuevas placas estelares. Sin embargo el polvo.
Este Santiago no lo es. Cruzando la montaña hay otra ciudad igual. Al centro una colina alzada. Autopistas la circundan. Bares y tabernas. Visualidad. Silencio del lago que rodea. Voy a despertar.
La densidad pondera lianas del signo verde en cifradas regiones. Presidiendo toda grafica la lluvia. Los minutos evitan el desencanto. No has mentido al dolor, la eternidad es una franqueza distinta. Me arrojo en el paréntesis fatal para llegar, descreído en angustia sin motivo. Como si fuese una verdad esa lástima, pero lastimada. El uno de la rota gemilitud.
Aprisionado en mis ojos, por el misterio de las sobras nada cuanto delfín emergió su larva de los soles. Resto de humanidad desplayada de sí misma.
El agua es una espiral, dichosa en resplandor de lanza trágica y festiva. No voy a dejar de amar. Un hombre lobo mira su reloj.
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